dilluns, 4 de gener del 2021

LA MELGOSA, EA






Tres generaciones conviven conmigo en este libro.... 


En mi niñez, mi adolescencia y también en mi edad adulta La Melgosa he sido mi Shangri-La, particular y íntimo, donde la distancia en el territorio y en el tiempo no han sido obstáculo para que yo la interiorizase muy dentro de mis pensamientos y sentimientos...


Al recuperar imágenes para la realización de este libro, al reencontrar personas y amigos...

los recuerdos fluyen, revueltos, intensos... he intentado capturar algunos...


























albert a los seis años en la melgosa 


... este es el viaje que me ha producido las vivencias más intensas.... con mi pierna escayolada pasé un verano lejos de mi casa, de mis costumbres, de mi ambiente... descubrí que existía un mundo nuevo, diferente, en tierras, para mí, muy lejanas


otra casa, la de mis tíos benito y elena que me acogieron, otros amigos, surgidos de la vecindad con quienes jugar –con nombres para mí extraños– abel, alicio, orencio, jesús, eugenio, ismael... otra lengua y otras palabras, otra luz, otros sonidos, otros sabores...


me rebosan los recuerdos....


“los intensos olores de las cuadras, burros, cerdos, gallinas...  el de los pimientos y tomates friéndose en la lumbre...”


"sol de justicia en la hora de la siesta... blanco, deslumbrante"


"riachuelos  en las calles después de las intensas y fugaces tormentas de verano... el olor a tierra mojada"


“chopos en la carretera, verdor, majestuosidad... y el sonido de sus hojas mecidas por el viento"


"mulas regresando de la dula... estrepitosa irrupción en las tardes apacibles"


"la lejana e inaccesible carretera de valencia... en las noches estrelladas la surcaban luces misteriosas de los escasos automóviles que circulaban"


y muchísimos más... 


todo en una posguerra cruda, pero que la infancia no sabe ni comprende y que para mí fue un tiempo determinante y maravilloso....


... esto aconteció después de mi llegada a la melgosa, a dos dias de viaje en tren desde barcelona... carboncillo de la locomotora   en los ojos... tañidos de martillos al revisar las ruedas en las estaciones nos despertaban de un sueño incierto... era un día de torrencial aguacero... allí nos esperaba mi tio benito para llevarnos de la estación hasta el pueblo, a lomos de un burro, guarnecido con un rústico y áspero saco...















































































































































   













EPÍLOGO:

 CRÒNICA DE UNAS INCONMENSURABLES EMOCIONES




EL PREGÓN DE 
LAS FIESTAS DEL PILAR









PRESENTACIÓN EN EL ALTAR MAYOR
DE LA IGLESIA DEL PUEBLO















OBSEQUIO ENTRE LOS VECINOS MELGOSEROS


















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